martes, 30 de diciembre de 2014

El colmo de una bruja es morir envenenada

Soñé que me dabas de comer una sopa envenenada.
Yo sabía que estaba envenenada, no tuviste que decirme nada. Estábamos en un lugar adentro, como una cocina. No había mucha luz, pero podía ver tu cara y como esquivabas mi mirada. Vi perfectamente tus pestañas de tejaban, pero mis ojos nunca tuvieron contacto con tus ojos. Tampoco articulamos palabra.
Estábamos sentados en una mesa rectangular, no enfrente de cada uno ni seguidos en el mismo lado, sino uno en cada lado contiguo. No sé si me explico. Yo hacía como que tomaba la sopa, pero antes de sorber el líquido, supe: creías que muriendo yo, moriría también ese recuerdo de mí que te persigue a todos lados; lo hace por que tu le das permiso, no tiene nada que ver conmigo, no te confundas.
Finalmente no tomé la sopa, sigo viva. Los recuerdos mueren cuando uno así lo decide.

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