viernes, 16 de noviembre de 2012

Sintiéndolo bien

(Iba a empezar diciendo "Pensándolo bien", pero ya estuvo bueno de tanto pensar. Es urgente empezar a sentir; creer en la intuición, que para eso me dieron la nariz grande. Si pensar no me ha dejado nada bueno en treinta y siete años, intentaré sentir. Lo mas seguro es que resulte mejor.)

Soñé.
No recuerdo cuando fué la ultima vez que lo hice. Sueño de verdad, de estar dormida y caer a otra dimensión  No de soñar despierta haciéndome pendeja con cosas que no pasarán. Soñé a colores. Una mujer de vestido rojo paría en el baño de una clínica, de pie. Y otras lo hacían en el pasillo, mientras adentro, en el consultorio, el medico atendía un parto. Había gente en la sala de espera, no todo eran partos. Había mocos, toses, alergias y esas cosas que hay en las salas de espera de las clínicas.

Y luego soñé a Goliat. Pasó detrás de mi y no me petrifique. Pasó con su (ahora) esposa y no saque espuma por la boca. Pasó y me tocó el hombro y no me derretí.

Y luego soñé que estaban a punto de decirme el nombre de quien hablaba pestes de mi por las nuevas computadoras, inventando chismes de cosas que no he hecho; no por falta de ganas, sino por exceso de prejuicios. En eso estaba cuando desperté.

Empezaré a sentir. Y a dejar los prejuicios de lado.

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