lunes, 4 de junio de 2012

Juro que ví a la planchada


Hace muchos años, por una razón que desconozco, mi mamá nos llevaba al hospital del issste. Ahi nos encontrabamos con mi tía Vicky, no sé para qué. Ahora, más de treinta años después, parece que el tiempo se detuvo en ese hospital. Ningun tipo de modernidad ha llegado; tal vez lo único nuevo sean los celulares de los trabajadores. Hasta los lápices y los trapeadores se ven viejos.
Tenía cita y llegué temprano, así que me fuí a dar una vuelta por donde no estuviera prohibido. Los pisos son iguales, las paredes estan teñidas con el mismo color gris rata que le da cierta tenebrosidad al lugar. Por azar terminé en el área de hospitalización. Un buenas tardes al guardia me abrio el acceso. Lo que hace una sonrisa. Que tal que voy derechito a asesinar a alguien y el hombre ni en cuenta. La lugubridad de los cuartos se elimina con la luz que entra por las grandes ventanas, parece que es lo único que salva al paciente de morir de depresión.  Los cuartos estaban con paciente en cada cama. Enfermeros y medicos ausentes. Al parecer era un ala tranquila.
Recuerdo que mi tía Vicky nos contó una vez, que era la única enfermera en toda la sala durante el turno nocturno. Para variar, todas las camas ocupadas. Pasadas las doce de la noche, empezaba ella su ronda para dar medicamento a sus pacientes. Al acercarse al primer paciente adormilado, lo trata de incorporar y él le dice que ya vino la otra enfermera y le dió sus pastillas. Mi tía se quiso vomitar. Cómo era ella, no la ví bien, le contestó el paciente, pero traía un gorro muy raro, como con alas.
Eso se me quedó grabado.

¿Qué hace una enfermera con gorro con alas, en pleno dosmil doce?


(resultado de una noche de insomnio)

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