Sus carcajadas te molestan. Cada que se ahoga de la risa tu volteas a verla de reojo. No sabes por qué, pero su presencia te aprieta como calzon de talla chica, tal vez te recuerde a alguien, puede ser que a ti.
La observas. No alcanzas a comprender qué es lo que la hace tan maravillosa a los ojos de los demás.
Te sientes en ese instante y te das cuenta que la odias con todos los átomos de tu cuerpo, que la quieres matar con tus dos manos hasta silenciar sus carcajadas.
Respiras.
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