lunes, 8 de marzo de 2010

Otro ocho de marzo

En años anteriores, para conmemorar el día internacional de la mujer, siempre me nacía escribir algo relativo a la fecha. Pero la neta, después de tener contacto con tantas mujeres, diversas todas ellas, no me nace. Me cae que no me nace.
Las hay esas que todo quieren facil, a la mano, sólo por ser mujer, por tener utero con la capacidad de traer seres "humanos" al mundo. Uno tras otro, tras otro, tras otro. Y antes de la llegada del decimo hijo dicen que no se quieren operar, que después no será la misma, que el viejo la va a cambiar por otra. Y no tienen segura la cena ni uno de sus nueve hijos.
Las hay esas que tienen a sus hijos como si fueran cadenas para amarrar al hombre. Hijos no amados, hijos inseguros, probables co-dependientes de lo que sea: otros hombres o mujeres, alcohol, comida.
Las hay esas que todo lo piden al divino creador y estan seguras que todos sus males él los arreglará. Y si no lo hace, era la cruz que tenían que cargar. O esas que estan a un lado del hombre para ser mantenida, no preocuparse por dinero, ser la señora de la casa, guapa, arregladita, lista para cuando su hombre tenga ganas de ella. Eso si, la casa arreglada, la ropa lavada y planchada y la mesa servida. Las modernas trabajadoras que emiten su voz. Que llegan bien maquilladas al día siguiente y sin medio diente, por hocicona. Y regresan al lado del hombre, a servirle su comida, a tenderle la cama y a acostarse de espaldas.

Es probable que si las mujeres que hace cien años se organizaron para luchar por sus derechos, vieran que las cosas no han cambiado gran cosa, lo pensarían dos veces antes de moverse.

Yo agradezco y aprovecho lo que esas mujeres hicieron .

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