martes, 3 de noviembre de 2009

Recordando

Comí parada. Una sopa de verdura y dos tacos de chicharron en salsa roja; continúo conmemorando el día de mi muerto, aunque en realidad lo conmemore a diario con cada sorbo de café.

Me duele toda la parte de atras. Nalgas, espalda, cuello, piernas. Estar sentada tantas horas seguidas no debe ser favorable para mi hermoso, y ahora adolorido, cuerpo. Así que comer sentada hubiera sido una mentada de madre.

Celebrar el dia de muertos es algo nuevo en nuestras vidas aunque la tradicion venga desde los antepasados mexicanos, que entonces no se llamaban mexicanos. No me equivoco si aseguro que nos es muy grato reunirnos en la casa, tomar café o chocolate y platicar al calor del copal y del delicado sin filtro que se quema solo, recordandonos que fué el motivo por el cual nomas duró setenta y seis años.
Dicen que a casa de mi madre si fué, se tomó agua del vaso y unas semillas de calabaza. Conmigo no creo que se apareciera, nunca estuvo muy de acuerdo con la idea de que me saliera del nido.

El dos de noviembre es la recreación del velorio, sin tristezas ni nudos en la garganta atorados. Las sonrisas no son forzadas y el alma está en paz y resignada.

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