Se busca hombre apasionado, que se agarre a su ideal y no se suelte. Que defienda sus ideas en privado y ante multitudes.
Trato de ponerle nombre a alguno, pero no tengo ni uno a la mano. No le conozco. No he apretado su mano. Todos se esconden tras su disfraz de machos, o de cabrones, o de ineptos, o de dioses.
Nadie llora, nadie siente, nadie grita, nadie sonrie, nadie carcajea, nadie regala abrazos apretados, nadie quiere hacer el ridiculo amando.
No sólo yo. La humanidad necesita hombres apasionados.